jueves, 28 de abril de 2011

Educar despacio.

“Educar despacio”
En la siguiente entrada hago referencia al artículo escrito por Marta Vázquez-Reina y publicado en la página Eroski Consumer en el que se hace referencia al movimiento "slow" en la educación.
Vivimos en una sociedad acelerada. Planeamos al milímetro cada minuto de nuestro día y, como dice el texto, estamos haciendo que los niños también sufran esta aceleración. Por eso, se defiende el movimiento "slow" en la educación, es decir, respetar el ritmo de aprendizaje normal de los niños.
Este ritmo de vida tan acelerado hace que las personas y, en este caso los niños, tengan que cumplir sus objetivos académicos en un periodo de tiempo mínimo y que, por lo tanto, esto afecte a sus resultados, porque como bien dice el refrán “Las prisas no son buenas”. Y es que no nos damos cuenta de que cada niño lleva su ritmo y que debemos respetarlo en la medida de lo posible. Es posible que ciertos niños pueden realizar actividades con mayor soltura y rapidez, pero habré otros muchos que, posiblemente, no alcancen esa velocidad y se queden retrasados en la materia, lo cual terminaría perjudicando a la totalidad de los alumnos.
Cabe destacar la existencia de la "slow school" o "slow education" que apuesta por métodos de enseñanza más eficaces y estimuladores para los alumnos, que atiendan a sus características particulares y modos de aprendizaje. Creo que eso es lo que cualquier método de enseñanza debería llevar a cabo. Debemos estimular a nuestros alumnos, intentar que disfruten de las lecciones, que aprendan, que se desarrollen, pero todo sin dejar de ser niños.
Por otro lado, está la acción de los padres. Los progenitores tienen que darse cuenta de que sus hijos son aún niños y que no pueden seguir su ritmo de vida. Deben respetar la infancia de sus hijos y conseguir despertar en los niños la pasión por aprender, descubrir y sentir curiosidad por las cosas.

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